Meses de preparativos, nervios a flor de piel, un día inolvidable… y de repente, se acaba. Seamos sinceras: esto es algo para lo que no estamos preparadas. Ni siquiera nos paramos a pensarlo. Pasamos semanas deseando que llegue el gran día y cuando llega se pasa en un pis pás. Y los días posteriores nos pasamos añorando esos momentos. Y no es que haga falta prepararse ni nada por estilo, pero sí debemos tenerlo en cuenta si no nos queremos dar un batacazo nostálgico.